El ambientalismo cristiano

Dr. Ray Bohlin


Los medios de noticias están llenos de historias relacionadas con desastres ambientales de un tipo u otro, desde el calentamiento global a las especies en peligro, desde la destrucción de los bosques a los accidentes nucleares. No es difícil notar que la cuestión ambiental recibe muy poca atención en círculos cristianos. Hay tantos otros temas importantes que ocupan nuestra atención que es como si consideráramos que el medio ambiente es asunto de otro. Muchos cristianos son abiertamente escépticos ante la realidad de una crisis ambiental. Es considerado un tema liberal, o propaganda de la Nueva Era, o simplemente poco importante, ya que esta tierra será destruida luego del milenio. Lo que no nos damos cuenta es que los cristianos tenemos una responsabilidad sagrada hacia la tierra y hacia las criaturas en ella. La tierra está siendo afectada por humanos como nunca antes, y no sabemos cuáles serán los efectos a largo plazo.

Las siete degradaciones de la tierra

Calvin DeWitt, en su libro The Environment and the Christian, enumera siete degradaciones de la tierra. Primero, la tierra está siendo convertida, cada vez más rápidamente, de desierto a uso agrícola y del uso agrícola a áreas urbanas. Algunas de estas tierras no tienen ninguna posibilidad de ser reclamadas, al menos no en el futuro cercano.

Segundo, se están volviendo extintas hasta tres especies por día. Una vez que desaparece una especie, deja de ser. Ni la especie ni el papel que cumplía en el ecosistema pueden ser recuperados.

Tercero, la tierra sigue siendo degradada por el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes. Sólo porque el DDT ya no se use no significa que productos químicos potencialmente dañinos no estén siendo usados en su reemplazo.

Cuarto, el tratamiento de productos químicos y desechos peligrosos sigue siendo un problema no solucionado. Los productos químicos peligrosos se filtran hacia las fuentes de agua desde basurales enterrados previamente.

Quinto, la contaminación se está volviendo rápidamente un problema global. Aparece basura humana en las costas de las islas del Pacífico Sur, lejos de las rutas navieras, y se ha encontrado DDT en pingüinos de la Antártida.

Sexto, nuestra atmósfera parece estar cambiando. ¿Se está calentando por el aumento de gases, como el dióxido de carbono, que proviene de la combustión de combustibles fósiles? ¿Se está encogiendo la capa de ozono por el uso de productos químicos contenidos en heladeras, acondicionadores de aire, aerosoles y extinguidores? Si bien estas preguntas no se pueden contestar fácilmente, deben ser hechas.

Séptimo, estamos perdiendo las experiencias de culturas que han vivido en armonía con la creación durante cientos o aun miles de años. Culturas como la de los menonitas o los Amish, así como las de los bosques tropicales, están siendo desplazadas por la expansión de la civilización.

Nunca antes los seres humanos han manejado tanto poder sobre la creación de Dios. ¿Sabemos lo que estamos haciendo?

La ética ambiental del naturalismo y el panteísmo

Hay quienes han culpado a la herencia judeocristiana de la cultura occidental por la crisis ambiental. Estos críticos apuntan directamente a Génesis 1:26-28, donde Dios ordena a su última creación, el hombre, que tenga dominio sobre la tierra y la gobierne y la sojuzgue. Este mandato se ve como una clara licencia para explotar la tierra para los propios propósitos del hombre. Con este tipo de filosofía, preguntan, ¿cómo podrá ser salvada la tierra jamás? Si bien abordaré la inexactitud de esta interpretación un poco más adelante en este artículo, uno puede ver por qué muchos líderes del movimiento ambientalista están pidiendo un alejamiento radical de esta posición cristiana. Pero, ¿cuáles son las alternativas? La necesidad de supervivencia brinda una fundamentación para la preocupación ambiental dentro de una cosmovisión evolucionista o naturalista. La supervivencia de la especie humana es el valor último. El hombre no puede seguir sobreviviendo sin un planeta saludable. Debemos actuar para preservar la tierra a fin de asegurar el futuro de nuestros hijos.

La visión evolucionista o naturalista de la naturaleza, sin embargo, termina siendo pragmática. Es decir, la naturaleza tiene valor sólo mientras la necesitemos. El valor de la naturaleza depende del capricho del hombre egoísta. Si, al aumentar la tecnología, podemos reproducir artificialmente partes del ecosistema para nuestras necesidades de supervivencia, entonces ciertos aspectos de la naturaleza pierden su importancia. Ya no los necesitamos para sobrevivir. Esta visión es, en última instancia, destructiva, porque el hombre poseerá sólo aquello que necesita. El resto de la naturaleza puede ser descartado.

Otra alternativa es la cosmovisión panteísta o de la nueva era. Superficialmente, esta visión ofrece alguna esperanza. Toda la naturaleza es equivalente porque todo es dios y dios es todo. La naturaleza es respetada y valorada porque forma parte de la esencia de dios. Si los humanos tienen valor, entonces la naturaleza tiene valor.

Pero, si bien el panteísmo eleva a la naturaleza, simultáneamente degrada al hombre y terminará por degradar a la naturaleza también. Para el panteísta, el hombre no tiene más valor que una hoja de pasto. En India, las ratas y las vacas consumen los granos necesarios y difunden enfermedades con la anuencia de los panteístas. Restringir a las ratas y las vacas sería restringir a dios, así que el hombre ocupa un segundo lugar ante las ratas y las vacas. El hombre es parte de la naturaleza, pero es el hombre quien es restringido. Así que, finalmente, toda la naturaleza es degradada.

El panteísmo dice que lo que es, está bien. Limpiar el medio ambiente significaría eliminar los elementos "indeseables". Pero, dado que dios es todo y está en todo, ¿cómo puede haber elementos indeseables? El panteísmo fracasa porque no hace ninguna distinción entre el hombre y la naturaleza.

La ética ambiental cristiana

Una verdadera ética ambiental cristiana difiere de la ética naturalista y panteísta en que está basada en la realidad de Dios como Creador y el hombre como el portador de su imagen y su mayordomo. Dios es el Creador de la naturaleza, y no es parte de la naturaleza. Él trasciende la naturaleza (Génesis 1 y 2; Job 38 al 41; Salmos 19, 24 y 104; Romanos 1:18-20; Colosenses 1:16, 17). Toda la naturaleza, incluyendo el hombre, es equivalente en su origen. La naturaleza tiene valor en sí misma porque Dios la creó. El valor de la naturaleza es intrínseco; no cambiará porque el hecho de su creación no cambiará. La roca, el árbol y el gato merecen nuestro respeto porque Dios hizo que fueran como son.

Si bien el hombre es una criatura y, por lo tanto, está identificado con las demás criaturas, ha sido creado también a la imagen de Dios. Es esta imagen lo que separa a los humanos del resto de la creación (Génesis 1:26, 27; Salmos 139:13-16). Dios no confirió su imagen a ninguna otra parte de la naturaleza. Por lo tanto, si bien un gato tiene valor porque Dios lo creó, es inadecuado romantizar al gato como si tuviera emociones humanas. Todas las criaturas de Dios lo glorifican por su misma existencia, pero sólo una es capaz de adorarlo y servirlo mediante un acto de la voluntad.

Pero llevar la imagen de Dios conlleva una responsabilidad. En su sentido correcto, el gobierno y dominio del hombre sobre la tierra es la de un mayordomo o un cuidador, y no de un explotador negligente. El hombre no es soberano sobre los órdenes inferiores de la creación. La propiedad está en las manos del Señor.

Dios dijo a Adán y Eva que cultivaran y cuidaran el huerto (Génesis 2:15), y ciertamente podemos usar la naturaleza para nuestro beneficio, pero sólo según la intención de Dios. Un mayordomo eficaz entiende lo que supervisa, y la ciencia puede ayudarnos a descubrir la complejidad de la naturaleza. La tecnología saca beneficio de la creación para el hombre, pero el gasto innecesario y la contaminación la degrada y arruina la capacidad de la naturaleza de glorificar a su creador. Creo que es útil darnos cuenta de que debemos ejercer dominio sobre la naturaleza no como si tuviésemos el derecho de explotarla sino como algo prestado o que se nos ha encomendado. Recuerde que, en la parábola de los talentos, en Mateo 25, el mayordomo que simplemente enterró su talento por temor a perderlo fue castigado severamente. Lo poco que tenía le fue quitado y entregado a quienes ya tenían mucho. Cuando vuelva Cristo, es posible que se le devuelva su tierra oxidada, corroída, contaminada y desagradable. ¿En qué medida seremos hechos responsables usted o yo?

Abuso de dominio

Si bien Dios quiso que viviésemos en armonía con la naturaleza, la mayoría de las veces hemos estado enfrentados con ella. Esta realidad nos dice que el hombre no ha cumplido su mandato. El origen de nuestra crisis ecológica está en la naturaleza caída del hombre y en el abuso de su dominio. El hombre es un rebelde que se ha colocado en el centro del universo. El hombre ha explotado las cosas creadas como si no fueran nada en sí mismas y como si tuviera un derecho autónomo de hacerlo. El abuso de hombre de su dominio queda claro cuando vemos el valor que otorgamos al tiempo y al dinero. Nuestra avaricia y apuro a menudo incontrolados han llevado al deterioro del medio ambiente. Evaluamos proyectos casi exclusivamente en términos de su impacto potencial sobre los humanos. Por ejemplo, los constructores saben que es más rápido y más efectivo en costo derribar con una topadora árboles que crecen en un loteo que construir las casas alrededor de ellos. Aun cuando los árboles extraídos sean reemplazados por árboles nuevos una vez construidas las casas, la pérdida de los árboles maduros aumenta la erosión, elimina un medio de absorber contaminantes, de producir oxígeno y de brindar sombra, y produce una cicatriz que, de sanarse, lo hace lentamente. Construir alrededor de los árboles, si bien es más costoso y lleva más tiempo, minimiza el impacto destructor de la sociedad humana sobre la tierra de Dios. Pero, debido al corazón pecaminoso del hombre, la primera opción ha sido usada la mayoría de las veces.

Los cristianos deben tratar a la naturaleza como algo que tiene valor intrínseco, y debemos tratar de ejercer dominio sin ser destructivos. La Biblia contiene numerosos ejemplos del cuidado con el cual se espera que tratemos el medio ambiente. Levítico 25:1-12 habla del cuidado que Israel debía tener por la tierra. Deuteronomio 25:4 y 22:6 indica el cuidado adecuado de los animales domésticos y el respeto por la vida salvaje. En Isaías 5:8-10 el Señor juzga a quienes han usado incorrectamente la tierra. Job 38:25-28 y Salmos 104:27-30 hablan del sustento y cuidado de Dios por su creación. Y Jesús habló en dos ocasiones acerca de cuánto el Padre se ocupaba aun del más pequeño de los gorriones (Mateo 6:26, 10:29).

Responsabilidad cristiana

Creo que, como cristianos, tenemos una responsabilidad para con la tierra que excede la de las personas que no han sido redimidas. Somos los únicos que estamos relacionados correctamente con el Creador. Deberíamos estar mostrando a otros el camino de la responsabilidad ambiental.

Los cristianos, especialmente, no deben ser destructores. Podemos cortar un árbol para construir una casa o para hacer un fuego, pero no simplemente por el hecho de cortarlo. Tenemos el derecho de librar a nuestra casa de hormigas, pero no debemos olvidarnos de respetar a la hormiga en su hábitat correcto. Si bien no tiene nada de malo la ganancia en el mercado, en algunos casos debemos limitar voluntariamente nuestra ganancia a fin de proteger el medio ambiente.

Cuando la iglesia pone en práctica su creencia, nuestra humanidad y nuestro sentido de la belleza son restaurados. Pero no es esto lo que vemos. La preocupación por el medio ambiente no es una prioridad para la mayoría de los cristianos evangélicos. La iglesia ha fallado en su misión como mayordomo de la tierra. Hemos hablado fuertemente contra el materialismo de la ciencia cuando se expresa en cuestiones como el aborto, la dignidad humana, la evolución y la ingeniería genética, pero hemos mostrado ser poco más que materialistas en nuestra orientación tecnológica hacia la naturaleza.

Al no cumplir nuestras responsabilidades para con la tierra, estamos perdiendo una gran oportunidad evangelística. Muchos en nuestra sociedad están buscan un medio ambiente mejor, pero piensan que a los cristianos no les interesan los temas ecológicos y que la mayoría de las iglesias no ofrecen ninguna oportunidad de participación.

Debido a que el movimiento ambientalista ha sido cooptado por quienes participan en el movimiento de la Nueva Era, muchos cristianos han comenzado a confundir el interés en el medio ambiente con el interés en el panteísmo, y han dudado en participar. Pero no podemos permitir que el enemigo asuma el liderazgo en un área que es, por derecho propio, nuestra. Como los redimidos de la tierra, nuestra motivación para cuidar la tierra es aún mayor que aguien de la Nueva Era. Jesús ha redimido todos los efectos de la maldición, incluyendo nuestra relación con Dios, nuestra relación con otras personas y nuestra relación con la creación (1 Corintios 15:21, 22; Romanos 5:12-21). Si bien los cielos y la tierra finalmente serán destruidos, igual debemos trabajar por su sanidad ahora.

Para seguir leyendo

  • Beisner, E. Calvin. Prospects for Growth: a Biblical View of Population, Resources, and the Future. Westchester, Ill.: Crossway Books, 1990.
  • DeWitt, Calvin B., Ed. The Environment and the Christian: What Can We Learn from the New Testament? Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1991.
  • Schaeffer, Francis. Pollution and the Death of Man: a Christian View of Ecology. Wheaton, Ill.: Tyndale, 1970.

© 1992 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.

Traducción: Alejandro Field


Acerca del autor

Raymond G. Bohlin es el presidente de Probe Ministries. Se graduó de University of Illinois (B.S. en zoología), North Texas State University (M.S. en genética de la población) y University of Texas at Dallas (M.S., Ph.D. en biología molecular). Es uno de los autores de The Natural Limits to Biological Change (Los límites naturales del cambio biológico), sirvió como editor general de Creation, Evolution and Modern Science (Creación, evolución y la ciencia moderna), y ha publicado una gran cantidad de artículos periodísticos. El Dr. Bohlin fue designado como becario de investigación en 1997-1998 y 2000 en Discovery Institute's Center for the Renewal of Science and Culture. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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