“La cohabitación
está reemplazando al matrimonio como la primera experiencia de convivencia para
hombres y mujeres jóvenes. Y las personas que viven juntas antes de casarse
ponen en peligro su casamiento futuro”. Estas son algunas de las conclusiones
de los sociólogos David Popenoe y Barbara Dafoe Whitehead en su estudio para el
Proyecto Nacional de Matrimonio.{1}
En este artículo
vamos a tratar este fenómeno social de la cohabitación. Solía denominarse
“vivir en pecado” o “juntarse”. Hoy se ha reemplazado por los términos más neutrales
“convivir” o “cohabitar”. Voy a emplear, para este artículo, el término
“cohabitación”, puesto que es la palabra generalmente aceptada en la sociedad y
la ley. La cohabitación ha sido descrita como ‘dos personas no relacionadas, de
sexos opuestos, que comparten una vivienda en una relación sexualmente íntima
sin aprobación legal o religiosa’.{2}
La cohabitación,
como estilo de vida, está en aumento. Considere el significante crecimiento de
las tasas de cohabitación en las últimas décadas. En 1960 y 1970, alrededor de
medio millón de personas convivían. Pero para 1980 el número ya era de 1,5
millones. Para 1990, la cifra era de casi 3 millones. Y, para 2000, la cifra
era de casi 5 millones de personas.{3}
Unos investigadores calculan que hoy en día hasta el 50% de estadounidenses
cohabitan en alguno que otro momento antes de casarse.{4} El estereotipo de dos jóvenes sin hijos
que viven juntos no es del todo correcto; actualmente, alrededor del 40% de las
parejas que cohabitan incluyen niños.{5}
Estados Unidos
parece estar cambiando su actitud acerca de la cohabitación. George Barna ha
informado que 60% de los estadounidenses creían que la mejor manera de
establecer un matrimonio exitoso era cohabitando antes de casarse.{6} Otra encuesta
halló que dos tercios (66%) de muchachos del cuarto año de la secundaria
estaba de acuerdo o casi de acuerdo con la siguiente afirmación: “por lo
general, es bueno que una pareja conviva antes de casarse para averiguar si
realmente se lleva bien”.{7}
La cohabitación no
es lo mismo que el matrimonio. No es reconocida como matrimonio por el estado.
Y los participantes viven juntos porque su propósito es no casarse, al
menos por el momento.
Aunque algunos
dirán que una pareja que cohabita “está casada a los ojos de Dios”, eso no es
cierto. No están casados a los ojos de Dios porque está viviendo en contra de
los preceptos bíblicos referentes al matrimonio. Y no están casados a sus
propios ojos porque han decidido específicamente no casarse.
La cohabitación
está cambiando, sin duda, el paisaje cultural de nuestra sociedad. La
proporción de primeros matrimonios precedidos por cohabitación se ha
multiplicado por diez en las últimas décadas. Y el creciente número de parejas
que cohabitan transmite un mensaje contradictorio a nuestros niños. Por una
parte, escuchan a los padres y a los pastores proclamar el valor del
matrimonio. Y, por otra parte, ven una sociedad que tolera la cohabitación.
La cohabitación y las relaciones de prueba
“Pienso que
deberíamos vivir juntos antes de casarnos para ver si somos compatibles”.
¿Cuántas veces
hemos escuchado esa frase? Sin embargo, muchas de las suposiciones actuales
sobre la convivencia son incorrectas.
Linda Waite y
Maggie Gallagher escribieron conjuntamente The Case for Marriage: Why
Married People Are Happier, Healthier and Better Off Financially [El caso a
favor del matrimonio: Por qué las personas casadas son más felices, más
saludables y están mejor económicamente]{8} El libro
no sólo defiende la causa del
matrimonio sino cuestiona también suposiciones actuales acerca de la
cohabitación.
La tesis del libro
es simple. Allá por los ‘50, las reglas eran claras: primero el amor, luego el
matrimonio, y sólo entonces el cochecito de bebé. Pero el “tsunami” social que
arrasó los ’60 cambió todo. La píldora, la revolución sexual, el orgullo gay,
el feminismo, las madres en el trabajo, el divorcio sin culpa y el aumento de
nacimientos ilegítimos cambiaron nuestras opiniones acerca del matrimonio y la
familia. Los autores presentan las evidencias para demostrar que el matrimonio
es algo bueno. Como dice el subtítulo del libro, las personas casadas son más
felices, tienen mejor salud y están mejor económicamente.
No obstante, la
sabiduría convencional sugiere que uno debe “probar antes de comprar”. De
hecho, una de las preguntas que se suelen repetir para justificar la
convivencia es: “Usted no compraría un coche sin probarlo antes, ¿no?”. El
problema de este tipo de preguntas y frases hechas es que deshumanizan a la
otra persona. Si decido no comprar un coche (o un par de zapatos, o cualquier
otro objeto inanimado), el coche no se siente rechazado. Cuando uno prueba un
coche, no pone su equipaje personal en el baúl. Y, cuando uno rechaza un modelo
de coche no crea un equipaje emocional que arrastra a la siguiente prueba de
coche. El coche no necesita asesoramiento psicológico para que pueda confiar en
el siguiente comprador de coches. Francamente, probar una relación como se
prueba un coche sólo es positivo si usted es el conductor.
La investigación
ha mostrado que la gente que cohabita tiende a ver el matrimonio de forma
negativa porque involucra asumir nuevas responsabilidades que contrastan con
sus antiguas libertades. Por otra parte, las personas que se casan después del
camino convencional del noviazgo no se sienten constreñidos por el matrimonio,
sino liberados por él.{9}
Considere el
contraste. Una pareja que cohabita tiene casi todo lo que ofrece el matrimonio
(incluyendo el sexo), pero pocas obligaciones y responsabilidades. Por eso, las
personas que cohabitan se sienten atrapadas cuando entran al matrimonio. Deben
asumir grandes responsabilidades nuevas pero no reciben nada que no tenían
antes.
Las parejas que se
casan después del noviazgo experimentan justo lo contrario, especialmente si
mantienen su pureza sexual. El matrimonio es la culminación de su relación y
ofrece la plena profundidad de una relación que han anhelado por mucho tiempo.
Esto no quiere
decir que la cohabitación garantice un fracaso matrimonial, ni tampoco que el
matrimonio a través de la ruta convencional garantice el éxito matrimonial.
Existen excepciones a esta regla, pero una pareja que cohabita antes del
matrimonio está apostando contra ellos y su futuro matrimonio.
La cohabitación y las percepciones
Si usted cohabita
antes de casarse, está poniendo en peligro su futuro matrimonio. Esta es la
conclusión de un informe reciente sobre la cohabitación. Las 5 millones de
parejas que cohabitan en Estados Unidos viven juntas para ahorrar dinero, para
probar la vida casada o para evitar la soledad. Pero la práctica puede causar
un daño significativo al matrimonio.
Los sociólogos
David Popenoe y Barbara Dafne Whitehead publicaron su estudio a través del
Proyecto Nacional de Matrimonio de la Universidad de Rutgers. Su estudio
confirma unos estudios previos acerca del peligro de la cohabitación y agrega
detalles adicionales.
Hallaron que la
cohabitación parece ser tan contraproducente para un matrimonio duradero que
las parejas no casadas deben evitar vivir juntas, especialmente si hay hijos.
Sostienen que la cohabitación es “una estructura familiar frágil'” que plantea
un mayor riesgo para mujeres y niños.
Parte de la razón
para el peligro es la diferencia de percepción. Por lo general, los hombres
entran a la relación con menos intención de casarse que las mujeres. La
consideran más como una oportunidad sexual sin los lazos de un compromiso de
larga duración. Sin embargo, las mujeres suelen ver el arreglo de vivienda como
un paso hacia un matrimonio final. Así que, mientras las mujeres podrán creer
que van hacia el matrimonio, los hombres tienen otras ideas. Algunos hombres,
en realidad, desprecian a las mujeres con quienes viven y las consideran como
fáciles. Una mujer así no es su idea de un cónyuge fiel.
Las personas que
viven juntas en relaciones sin compromiso probablemente no estén dispuestas a
resolver problemas. Como no hay compromiso a largo plazo, es fácil dejar el
acuerdo de vivienda en vigor y buscar relaciones menos díscolas con una nueva
pareja.
La multiplicación
por diez de la cohabitación en las últimas décadas es pasmosa. Y las razones de
este crecimiento son muchas: menos tabúes contra el sexo prematrimonial,
madurez sexual más avanzada, casamientos más tardíos, ingresos adecuados para
vivir aparte de sus familias.
Independientemente
de las razones para la cohabitación, este estudio documenta los peligros. Las
parejas que conviven tienen mayores probabilidades de divorciarse que las que
no lo hacen. Son menos felices y tienen un menor puntaje en los índices de
bienestar, incluyendo la satisfacción sexual. Y las parejas que cohabitan a
menudo son más pobres que las parejas casadas.
Aunque millones de
personas lo hagan, cohabitar es una mala idea. Como veremos más adelante, hay
claras prohibiciones bíblicas en contra del sexo prematrimonial. Pero, aparte
de estas declaraciones bíblicas, hay predicciones sociológicas ominosas de
fracaso cuando una pareja piensa cohabitar en lugar de casarse. Las
investigaciones más recientes apoyan lo que la Biblia ha dicho por milenios. Si
usted quiere un buen matrimonio, no haga lo que dice la sociedad. Haga lo que
la Biblia enseña que hagamos.
Las consecuencias de la cohabitación
Al contrario de la
sabiduría convencional, la cohabitación puede resultar dañina para el
matrimonio así como para las parejas y sus hijos. Un estudio basado en la
Encuesta Nacional de Familias y Hogares halló que matrimonios que tuvieron una
cohabitación previa tenían una probabilidad de hasta 46% mayor de divorciarse
que los que no habían cohabitado. En base de esta encuesta y un estudio de
estudios anteriores, los autores concluyeron que el riesgo de que se rompa el
matrimonio luego de una cohabitación “está comenzando a asumir la condición de
una generalización empírica”.{10}
Algunos han
intentado sostener que la correlación entre la cohabitación y el divorcio es
artificial, porque las personas dispuestas a cohabitar son poco convencionales
y están menos dedicadas al matrimonio. En otras palabras, la cohabitación no
produce el divorcio sino que está asociada con él simplemente porque la misma
clase de gente está involucrada en ambos fenómenos. Sin embargo, aun cuando se
controla cuidadosamente en la estadística este “efecto de selección”, sigue
habiendo un “efecto de cohabitación”.
Los matrimonios se
mantienen unidos por un compromiso mutuo que no se encuentra en la mayoría (o
en ninguna) de las relaciones de cohabitación. Los integrantes de las parejas
que conviven valoran la autonomía por sobre el compromiso y tienden a estar
menos comprometidas que las parejas casadas con la continuación de su relación.{11}
Un estudio halló
que “convivir con una pareja romántica antes de casarse está asociado con un
apoyo y un comportamiento más negativos y menos positivos en la solución de
problemas durante el matrimonio”. La razón es simple. Como hay menos seguridad
de un compromiso de larga duración, “puede haber menos motivación para parejas
que cohabitan para desarrollar sus habilidades para resolver conflictos y de
apoyo”.{12}
Las parejas que
conviven, sin embargo, pierden más que sólo los beneficios del matrimonio. Las
tasas anuales de depresión entre parejas que conviven son más de 3 veces las de
las parejas casadas.{13}
Las personas que cohabitan tienen una mayor probabilidad de ser infelices en el
matrimonio y una mucha mayor probabilidad de considerar el divorcio.{14}
Las mujeres que
están en relaciones de cohabitación tienen el doble de probabilidad de sufrir
abuso físico o sexual que las mujeres casadas.{15} Otro estudio encontró que las mujeres en
relaciones de cohabitación tienen una probabilidad nueve veces mayor de ser
muertas por su compañero que las mujeres de relaciones matrimoniales.{16}
La cohabitación es
especialmente dañina para los hijos. En primer lugar, algunos estudios han hallado
que los niños que viven con una madre y su pareja no casada tienen
significativamente más problemas de comportamiento y un desempeño académico
menor que los niños de familias intactas.{17} En segundo lugar, existe el riesgo de que
la pareja se separe, creando todavía más dificultades sociales y personales. En
tercer lugar, muchos de estos niños no nacieron de la relación actual, sino de
una unión previa de uno de los adultos de la pareja, generalmente la madre.
Vivir en una casa con una madre y un novio es una situación endeble, en el
mejor de los casos. Las demandas legales de sostén para los hijos y otras
fuentes de ingresos familiares están ausentes.
La cohabitación y la Biblia
Hasta ahora, hemos
hablado de las consecuencias sociales y psicológicas de la cohabitación.
Busquemos ahora una perspectiva bíblica.
La Biblia enseña
que las relaciones sexuales pueden tener un efecto de vinculación muy fuerte en
dos personas. Cuando ocurre dentro del matrimonio, el hombre y la mujer se
convierten en una sola carne (Efesios 5:31). Pero las relaciones sexuales fuera
del matrimonio también tienen consecuencias. Al escribir a la iglesia de
Corinto, el apóstol Pablo dijo que el hombre que se une a una prostituta se
hace un solo cuerpo con ella (1 Corintios 6:16).
El contexto de la
discusión surgió de un problema dentro de la iglesia. Un hombre de la iglesia
tenía relaciones sexuales con la esposa de su padre (1 Corintios 5:1-3.). Pablo
dice que esta relación es inmoral. Ante todo, era incestuosa, lo cual estaba condenado
por el Antiguo Testamento (Levítico 18:8, Deuteronomio 22:30). En segundo
lugar, no había ninguna unión matrimonial, sino un ejemplo de cohabitación.
Pablo nos aconseja huir de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:18).
La inmoralidad
sexual se condena en más de 25 versículos del Nuevo Testamento. El término en
griego es porneia, una palabra que abarca todas las formas de relaciones
sexuales ilícitas. Jesús enseñó que “de adentro, del corazón humano, salen los
malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los
adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la
calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y
contaminan a la persona” (Marcos 7:21-23).
Pablo dijo que “la
voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad
sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y
honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no
conocen a Dios” (1 Tesalonicenses 4:3-5).
El matrimonio es
el plan de Dios. Ofrece una compañía íntima de por vida (Génesis 2:18). Provee
un contexto para la procreación y el crianza de los hijos (Efesios 6:1, 2). Y
por último, el matrimonio brinda una expresión dada por Dios del deseo sexual
(1 Corintios 7:2).
En el Nuevo
Testamento, se advierte a los creyentes contra el pecado habitual, que incluye
el pecado sexual (1 Corintios 5:1-5). La iglesia tiene que hacer que los
creyentes se hagan responsables de su conducta. Los creyentes deben juzgarse
ellos mismos para no caer en las manos de Dios (1 Corintios 11:31, 32). El
pecado sexual no debería mencionarse siquiera entre creyentes (Efesios 5:3).
Convivir fuera del
matrimonio no solamente viola preceptos bíblicos, sino que expone a la pareja y
su futuro matrimonio al riesgo. En este artículo, he reunido varias
estadísticas que hacen reflexionar acerca del impacto que puede tener la
cohabitación en usted y en su relación. Si quiere tener un buen matrimonio, no
haga lo que dice la sociedad; haga lo que nos enseña que hagamos la Biblia.
Kerby Anderson es el director nacional de Probe Ministries International. Recibió su
B.S. de Oregon State University, M.F.S. de Yale University, y M.A. de Georgetown University. Es
autor de varios libros, incluyendo Genetic Engineering (Ingeniería genética), Origin
Science (La ciencia de los orígenes), Living Ethically in the 90s (Cómo
vivir éticamente en la década del 90), Signs of Warning (Señales de
advertencia), Signs of Hope (Señales de esperanza), y Moral Dilemmas (Dilemas
morales). Director general y colaborador de los libros Marriage, Family and Sexuality
y Technology, Spirituality, & Social Trends, de Kregel Publications.
Es un columnista nacionalmente sindicado cuyas editoriales han aparecido en los periódicos
Dallas Morning News,Miami Herald,San Jose Mercury, y Houston Post.
Es el anfitrión de "Probe," y suele servir como anfitrión invitado en el
programa radial "Point of View" (Punto de vista - USA Radio Network). Si usted tiene algún comentario
o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org.
Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.
¿Qué es Probe?
Probe Ministries es un ministerio sin fines de lucro cuya misión consiste en ayudar a la iglesia a renovar las mentes de los creyentes con
una cosmovisión cristiana y equipar a la iglesia a reclutar al mundo para Cristo. Probe cumple su misión a través de nuestras
conferencias Mind Games [Juegos para la Mente] para jóvenes y adultos, nuestro programa radial diario de 3 1/2 minutos, y nuestro extenso sitio Web en www.probe.org.
Puede obtenerse información adicional sobre los materiales y el ministerio de Probe contactándonos (en inglés, por favor) como dice abajo. Lamentamos que nadie en la oficina de Probe Ministries (Ministerios Probe) en Texas, EE. UU., habla español. El sitio web MinisteriosProbe.org consiste de artículos tradicidos de Probe.org.
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