La música y el cristiano

Jerry Solomon


La música es un elemento que se encuentra en toda la cultura contemporánea. La escuchamos en ascensores, restaurantes, teléfonos --mientras esperamos que nuestro interlocutor conteste--, en oficinas, en vestíbulos de hoteles, y en prácticamente cualquier rincón de la vida actual. De hecho, permea las ondas aéreas tan completamente que a menudo no nos damos cuenta de que se encuentran allí. La televisión usa la música no solo en programas musicales sino también en anuncios comerciales y pistas de sonido de programas. Las películas también usan música para destacar sucesos que aparecen en la pantalla. La radio ofrece una amplia variedad de música durante las 24 horas. La disponibilidad de grabaciones nos permite programar música de acuerdo con nuestros propios gustos musicales, y podemos escucharlas en prácticamente cualquier lado. Los conciertos, especialmente en grandes ciudades, ofrecen un potpurrí de música de donde escoger.

Hay, también, una amplia variedad de géneros musicales. El rock (con su variedad de estilos y rótulos), el rap, country y western, jazz, Broadway, folk, clásico, Nueva Era y gospel nos brindan un surtido de opciones para escuchar y ejecutar que nos marea. Esta saturación y variedad nos dan una oportunidad única para practicar el discernimiento. Algunos tal vez piensen que esto es innecesario, porque dicen que solo escuchan música "cristiana". No obstante, la población más amplia de la comunidad evangélica pasa incontables horas absorbiendo música, sea "cristiana"o "secular".

¿Por qué debería un cristiano estar interesado en las artes y participar en ellas, específicamente la música? En su excelente obra, Theology and Contemporary Art Forms (Teología y formas artísticas contemporáneas), John Newport indica varios puntos útiles:

"La primera razón por la que los cristianos deberían estar interesados en las artes tiene que ver con la enseñanza bíblica de que Dios revela y realiza su propósito redentor en el tiempo y en la historia. La comunidad cristiana . . . no puede aislarse de las vitalidades artísticas características de la historia, tanto del pasado como del presente. Segundo . . . las artes dan un acceso directo particular al tono, las inquietudes y los sentimientos distintivos de una cultura . . . Los artistas no solo reflejan su tiempo, en sus matices más sutiles, sino que generalmente lo hacen una generación por delante de los pensadores más abstractos y teóricos. Tercero . . . las artes se centran (de una forma notablemente vívida y llamativa) en los problemas y temas vitales que son la preocupación central de la teología. Cuarto . . . las artes indican dramáticamente las implicaciones de varias cosmovisiones".{1}

El punto segundo, tercero y cuarto se aplican especialmente a la música. Si la música refleja la cultura, si nos habla de temas y asuntos importantes; y si muestra las implicaciones de varias cosmovisiones, puede decirnos bastante acerca de nuestra cultura. Líricamente, la música puede ser usada como un medio para la crítica, el elogio, la reflexión, el cuestionamiento, la rebelión y toda clase de otros pensamientos y emociones. Cuando se usa el lenguaje musical para transmitir estos pensamientos o emociones, el resultado puede ser significativo.

La historia está repleta de ejemplos de cómo la música ha sido empleada vitalmente en varias culturas. Uno de los ejemplos más destacados de esto puede encontrarse en los Salmos, donde las letras se funden con la música para formar una voz estratégica para la vida de Israel. Lo mismo ocurre en la vida contemporánea. Los temas del rock, el rap y la música country demuestran cómo la música puede ser una voz notable del espíritu de una cultura, sea para bien o para mal.

A fin de afectar nuestra cultura, debemos escuchar esa voz. Debemos escuchar sus preguntas y ser sensibles a las necesidades que claman por las respuestas que brinda Dios.

¿Puede la música ser "cristiana"?

Uno de los debates constantes entre los evangélicos se centra en cómo debe juzgarse la música. Algunos dicen que hay un estilo musical particular que es distintivamente cristiano. Otros rechazan esta proposición. Algunos creen que ciertos estilos musicales son intrínsicamente malvados. Otros rechazan esto. Los ejemplos de este tipo de conflicto son numerosos. Es importante que participemos del diálogo. Al hacerlo, observaremos varias formas en que deberíamos responder a la música de nuestra cultura.

Primero, la expresión "música cristiana" es un nombre erróneo. La música no puede ser declarada cristiana debido a ciertos ingredientes. No hay ningún vocabulario musical especial. No hay ningún sonido distintivo que hace que una pieza de música sea cristiana. La única parte de una composición que puede hacerla cristiana es la letra. En vista de que ciertas frases, como "música cristiana contemporánea" están de moda, esta es una observación significativa. Tal vez la expresión "letra cristiana contemporánea" sería más apropiada. Por supuesto, la letra podría ser cuestionable doctrinalmente o éticamente, y podría ser de mala calidad, pero mi punto está centrado en el contenido musical.

Es posible que los malentendidos con relación a la "música cristiana" sean producto del prejuicio cultural. Nuestros "oídos occidentales" están acostumbrados a ciertos sonidos. Ciertos modos, escalas y ritmos forman parte de una rica herencia musical. Cuando escuchamos música que no forma parte de esa herencia, tendemos a rotularla, equivocadamente, como no apta para la vida musical de un cristiano.

Debemos darnos cuenta de que la música se entiende mejor dentro de su cultura. Por ejemplo, la música clásica de India incluye cuartos tonos, que son extraños a nuestros oídos. Suelen sonar bastante extraños para nosotros, y suelen ser tocados en instrumentos que tienen un sonido extraño, como la cítara. Pero seríamos culpables de un flagrante prejuicio si fuésemos a sostener que esa música no es cristiana porque no contiene los tonos que estamos acostumbrados a escuchar. Otro ejemplo de la forma en que los evangélicos tienden a aplicar erróneamente la palabra "cristiano" a la música puede entenderse al reflexionar sobre cómo puede haber sonado la música durante la historia bíblica y de la iglesia. Los eruditos han comenzado a demostrar que la música de la historia bíblica probablemente haya contenido cualidades tonales y rítmicas que eran muy diferentes de aquellas a las que estamos acostumbrados en la cultura occidental.

Las actitudes de Lutero y Calvino respecto del uso de la música muestran un desacuerdo con relación a la verdad de un estilo cristiano particular. Charles Garside brinda perspectivas intrigantes:

"Lutero había proclamado abiertamente su deseo de usar toda la música disponible, incluyendo la más obviamente secular, para el culto en la iglesia . . . Calvino, al contrario, ahora rechaza absolutamente la implementación de recursos musicales existentes". {2}

Es obvio que estos grandes hombres no estaban de acuerdo en cuanto a la naturaleza de la música.

Nuestros preconceptos musicales no mueren fácilmente, y parecen repetirse periódicamente en la historia de la iglesia. Una vez que un estilo se vuelve suficientemente familiar, es aceptado. Hasta entonces, es cuestionado. Pueden encontrarse ejemplos más recientes en las polémicas que rodean el uso de instrumentos como tambores o guitarras durante servicios de adoración. Los evangélicos tienen que estar alertas a sus prejuicios y entender que "música cristiana" es un nombre erróneo.

El "poder" de la música

Suele decirse que la música tiene el "poder" de manipularnos y controlarnos. Si esto fuera cierto, el determinismo skinneriano estaría en lo correcto al aseverar que no existe tal cosa como la elección o la responsabilidad personal. La música, junto con los demás "poderes" que se encuentran en nuestros entornos culturales, recibiría un crédito que no es legítimo.

Best y Huttar abordan esto diciendo:

"El hecho de que digan --primitivos y sofisticados por igual-- que la música, entre otras cosas creadas y culturales, tiene poder es más una cuestión de la dislocación de prioridades que de ninguna otra cosa".{3}

Este tipo de creencias no solo estimulan una "dislocación de prioridades", sino que también estimulan una teología deficiente.

La Biblia nos dice que a principios de su relación, David tocaba música para el rey Saúl. En una ocasión, lo que Saúl escuchó lo calmó, y en otra ocasión los mismos sonidos lo enfurecieron. En realidad, sin embargo, las reacciones eran decisiones de Saúl. No era pasivo; no estaba siendo manipulado en ninguna ocasión por el "poder" de la música.

Gran parte del pensamiento contemporáneo adjudica la culpa del comportamiento aberrante (mala conducta sexual, rebelión, violencia, etc.) al supuesto poder intrínseco de la música para orquestar nuestras acciones. Algunos extienden esto al punto de creer que la música es una herramienta especial de Satanás, de forma que, cuando aparece este tipo de comportamiento, él es el culpable. De nuevo, Best y Huttar ofrecen pensamientos pertinentes. Escriben:

"En última instancia, la perspectiva judeocristiana sostiene que el hombre está errado interiormente y que, hasta tanto esté bien, pondrá la culpa de su condición afuera de él".{4}

Reconozco que mi punto es sutil. Debemos tener cuidado de no sugerir que la música no puede ser usada para propósitos malvados. Pero debemos darnos cuenta de que el diablo incita a las personas que usan la música; no asigna poder a la música misma.

La polémica actual entre cristianos con relación al contenido rítmico de la música rock es un ejemplo de la tendencia de creer que algunos estilos musicales son intrínsicamente malvados. Por ejemplo, Steve Lawhead ha demostrado que la música de los primeros esclavos probablemente no incluía mucha sustancia rítmica. Los dueños de las plantaciones no hubieran permitido los tambores porque podrían haber sido usados para transmitir mensajes de revuelta entre grupos de esclavos. Esta observación es fundamental para el tema de la música rock, porque hay quienes aseveran que el ritmo sincopado del rock es producto de los trasfondos africanos paganos de los esclavos. En realidad, la música de los esclavos norteamericanos se centraba alrededor de la ejecución del "banya", un instrumento similar al banjo, y no de los tambores u otros instrumentos rítmicos.{5}

La música rock no es intrínsecamente mala. No se originó en un pasado pagano, y aun cuando lo hubiera sido, eso no significaría que fuera mala. No obstante, dado que ha sido una parte destacada e influyente de la cultura norteamericana durante varias décadas, exige la atención de los evangélicos. La atención que se le presta debería comenzar por entender que los problemas que forman parte del rock no residen en la música misma; residen en las personas pecaminosas que pueden y suelen abusar de ella. Lo mismo puede decirse de cualquier estilo musical, o de cualquier otra forma artística.

La calidad de la música

Hasta aquí he afirmado dos proposiciones con relación a cómo los cristianos pueden responder a la música en su cultura: la palabra "cristiana" es un nombre erróneo, y ningún estilo musical es intrínsecamente malo. Si bien estas dos declaraciones son verdaderas, no dicen nada acerca de la calidad de la música que escogemos que forme parte de nuestra vida. Por lo tanto, mi tercera proposición es que la música debería ser evaluada en base a su calidad. Una propuesta que incluye juicios de calidad supone un desafío. A los evangélicos esto les resultará especialmente difícil, ya que el tema de la estética no es una parte destacada de nuestra herencia.

Los evangélicos tienden hacia un pensamiento perezoso cuando se trata de analizar la música de su cultura. En palabras de Frank Gaebelein, "es más difícil ser un discriminador concienzudo que apoyarse en una generalización total".{6} Hay varios factores que debemos sopesar si queremos tener un pensamiento discriminador.

Deberíamos centrar la atención en la música dentro de la vida cristiana. Esto se aplica no solo a la música usada en la adoración, sino también a la música que se escucha por radio, CDs, conciertos y otras fuentes.

La falta de calidad es uno de los temas de quienes escriben acerca de la música contemporánea de la iglesia. Harold Best dice: "El contentamiento con la mediocridad como un supuesto portador de la verdad surge como un importante obstáculo para la verdadera visión creativa entre los evangélicos". {7} Robert Elmore continúa en un vena similar:

"Hasta hay ministros que alimentan a sus congregaciones con la sólida carne de la Palabra y, a la vez, rodean su predicación con solo la leche desnatada de la música".{8}

Si declaraciones negativas como estas son el consenso entre quienes han dedicado una atención fervorosa al tema, ¿cuáles son los contenidos de un modelo positivo? Las respuestas son numerosas. Solo relataré algunas de las perspectivas de un pensador, Calvin Johansson.

La primera perspectiva se refiere al movimiento. La música debe moverse:

"El principio aquí es que la música necesita mostrar un fluir, un sentido general de continuidad, que va progresivamente e irresistiblemente del principio al fin. La intención no es martillar y meter un pulso musical dentro de la mente".

Este principio puede ser aplicado a la naturaleza incesante del ritmo de rock que hemos tratado anteriormente. La segunda perspectiva tiene que ver con la cohesión:

"La unidad es una atracción orgánica, una calidad percibida que permea la composición tan plenamente que cada parte, no importa cuán pequeña, está relacionada".

La tercera perspectiva tiene que ver con "divergencias en distintos niveles . . . Sin diversidad solo habría igualdad, una cualidad que no solo sería aburrida sino también devastadoramente estática".

La cuarta perspectiva se centra en "el principio de dominancia . . . Cierta jerarquía de valores se adopta por el compositor en la cual rasgos más importantes son destacados por sobre otros menos importantes". La quinta perspectiva muestra que "cada componente que forma parte de una composición necesita tener un valor intrínseco por sí mismo . . . La música demuestra verdad al tener cada parte de la composición valor propio".{9}

Estos principios contienen ideas que el que no es músico podría encontrar difíciles de entender. Por cierto, la mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a usar el lenguaje para discutir la calidad de la música que escuchamos, más allá de decir si nos "gusta" o no. Pero si vamos a evaluar la música de una cultura más amplia con precisión, debemos poder usar este tipo de lenguaje para evaluar la música dentro de nuestra propia subcultura. Debemos buscar calidad aquí.

La música pop

Otro factor en la discriminación musical se aplica a la forma en que nos aproximamos a la música fuera de nuestra subcultura. El cristiano es libre para entrar a la cultura equipado con discernimiento, y esto ciertamente se aplica a la música. No tenemos que tener temor de la música de nuestra cultura, pero debemos tener cautela.

Las evaluaciones de calidad también se aplican aquí. El cristiano debería usar los principios que discutimos arriba para evaluar la música de la cultura más amplia.

Deberíamos estar conscientes, también, de la fusión --o la falta de fusión-- de la música y el mensaje. La situación ideal ocurre cuando tanto el medio como el mensaje concuerdan.

Demasiado a menudo, la música que escuchamos transmite un mensaje a costa de la calidad musical. Best explica:

"El tipo de comunicación masiva con la que subsisten los medios depende de dos cosas: Un elemento creativo mínimo y una perspectiva que considera a la música solo como transmisora de un mensaje en vez de ser el mensaje. Considerada como una portadora, la música tiende a quedar reducida a un formato que se asemeja al entretenimiento. Cuanta mayor es la exposición buscada, menor el denominador común".{10}

Los mensajes de nuestra cultura tal vez se expresen más fuertemente y claramente a través de música que está subordinada a esos mensajes. La música está "enlatada". Es el producto de clichés y "ganchos" que buscan lograr una respuesta instantánea del oyente. Como expresó Erik Routley: "Toda música que adopta conscientemente un estilo es como una persona que se da importancia. Es afectada y arrogante".{11} Esta condición es tan prevalerte en la música contemporánea que no se puede insistir demasiado en ella.

Otra preocupación se encuentra en ciertos rasgos de lo que suele llamarse "cultura popular". La música es una parte importante de la cultura pop. Kenneth Myers, entre otros, ha identificado a ciertos tipos de cultura que comienzan con "alta", bajan a "folk" y caen a pico en "popular". La cultura popular "tiene algunas serias limitaciones que ha heredado de sus orígenes en movimientos distintivamente modernos y secularizados". En general, estas limitaciones incluyen "la búsqueda de la novedad y el deseo de la gratificación instantánea".{12} A su vez, estas mismas cualidades se encuentran en la música "pop".

La búsqueda de novedad es aparente cuando entendemos, como dice Steve Lawhead, que

"todo el sistema se alimenta de lo 'nuevo': nuevas caras, nuevos artilugios, nuevos sonidos. El ayer, en la música pop, no está solo muerto; es historia antigua".{13}

El deseo de gratificación instantánea es producto del hecho de que este tipo de música suele ser producida por razones comerciales. Sigue diciendo Lawhead:

" . . . el comercialismo, la venta efectiva de productos, gobierna cada aspecto de la industria de la música popular. Desde un punto de vista puramente comercial, tiene mucho sentido desplazar el foco de la integridad artística hacia algún otro componente menos riguroso y más fácilmente manejable y no artístico, como lo nuevo o la novedad. El talento y el virtuosismo técnico requieren tiempo para desarrollarlos, y cualquier industria que depende de una corriente interminable de caras frescas no puede esperar que surja el talento".{14}

No ofrecemos a Dios lo mejor que tenemos cuando usamos este enfoque. Además, no honramos a Dios cuando hacemos que los productos de este tipo de pensamiento forme parte constantemente de nuestra vida.

Notas

  1. John P. Newport, Theology and Contemporary Art Forms (Waco, Tex.: Word, 1971), 17-24.
  2. Charles Garside, Jr., The Origins of Calvin's Theology of Music: 1536-1543 (Philadelphia: American Philosophical Society, 1979), 19.
  3. Zondervan Pictorial Dictionary, s.v. "Music," de Harold M. Best y David Huttar.
  4. Ibid.
  5. Steve Lawhead, Rock of This Age (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1987), 51-52.
  6. Frank E. Gaebelein, "The Christian and Music," en The Christian Imagination: Essays on Literature and the Arts, ed. Leland Ryken (Grand Rapids, Mich.: Baker, 1981), 446
  7. Harold M. Best, "Christian Responsibility in Music," en The Christian Imagination, 402.
  8. Robert Elmore, "The Place of Music in Christian Life," en The Christian Imagination, 430.
  9. Calvin M. Johansson, Music and Ministry: A Biblical Counterpoint (Peabody, Mass.: Hendrickson, 1984), 93-95.
  10. Ibid., 412-13.11. Erik Routley, Church Music and the Christian Faith, (Carol Stream, Ill.: Agape, 1978), 89.
  11. Kenneth Myers, All God's Children and Blue Suede Shoes: Christians and Popular Culture (Westchester, Ill.: Crossway, 1989), 59-64.
  12. Steve Lawhead, Turn Back the Night: A Christian Response to Popular Culture (Westchester, Ill.: Crossway, 1978), 97.
  13. Ibid., 98.

© 1992 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.

Traducción: Alejandro Field


Acerca del autor

Jerry Solomon, ex Director de Ministerios de Campo y Coordinador de Mind Games de Probe Ministries, sirvió como pastor adjunto en Dallas Bible Church después de dejar Probe. Recibió un B.A. (summa cum laude) en Biblia y el M.A. (cum laude) en historia y teología de Criswell College. También asistió a University of North Texas, Canal Zone College y Lebanon Valley College. Justo antes de la Navidad de 2000, Jerry partió para estar con el Señor a quien amaba y servía.

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